Camino cerca de Aconquija atravezando una Nube a 2600mts. |
La posibilidad de la constitución de un
campo teatral comenzó con la construcción de teatros y la habilitación de salas
adecuadas para la presentación de espectáculos. Esto permitió la llegada de
compañías teatrales en gira, primero extranjeras y luego nacionales que se
incrementaron notoriamente con la instalación del ferrocarril en 1876.
El primer grupo de teatro independiente
formado en Tucumán se denominó Teatro del Pueblo, al igual que el fundado en la
ciudad de Buenos Aires por Leónidas Barletta.
El campo teatral tucumano se constituyó paulatinamente con el aporte de actores, directores y autores que transitaron por el circo, la radio, la participación en producciones profesionales en gira y el cine local. La producción específicamente teatral se consolidó en conjuntos que se plantearon objetivos más ambiciosos en cuanto al rigor en la selección de textos, un mayor cuidado en las puestas en escena y una preocupación por el perfeccionamiento técnico y artístico de sus integrantes. Los grupos fueron recibiendo distintas denominaciones: aficionados, amateurs, filodramáticos o vocacionales, hasta ser reconocidos como independientes, al igual que el movimiento que se producía simultáneamente en Buenos Aires.
La creación del Instituto de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), que en momentos posteriores pasó a ser Departamento o Instituto Superior, hasta obtener el rango de Facultad en 1985, revistió suma importancia dado que no sólo impulsó la formación de trascendentes artistas plásticos, sino que de él dependieron el Taller de Luthería, la Escuela de Música y la de Bellas Artes, y en algunos períodos de su funcionamiento (1964-1979) el Teatro Universitario. En 1984 albergó bajo su dependencia la creación de la Escuela de Teatro, donde se instrumentó por primera vez una Licenciatura en Teatro.
El campo teatral tucumano se constituyó paulatinamente con el aporte de actores, directores y autores que transitaron por el circo, la radio, la participación en producciones profesionales en gira y el cine local. La producción específicamente teatral se consolidó en conjuntos que se plantearon objetivos más ambiciosos en cuanto al rigor en la selección de textos, un mayor cuidado en las puestas en escena y una preocupación por el perfeccionamiento técnico y artístico de sus integrantes. Los grupos fueron recibiendo distintas denominaciones: aficionados, amateurs, filodramáticos o vocacionales, hasta ser reconocidos como independientes, al igual que el movimiento que se producía simultáneamente en Buenos Aires.
La creación del Instituto de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), que en momentos posteriores pasó a ser Departamento o Instituto Superior, hasta obtener el rango de Facultad en 1985, revistió suma importancia dado que no sólo impulsó la formación de trascendentes artistas plásticos, sino que de él dependieron el Taller de Luthería, la Escuela de Música y la de Bellas Artes, y en algunos períodos de su funcionamiento (1964-1979) el Teatro Universitario. En 1984 albergó bajo su dependencia la creación de la Escuela de Teatro, donde se instrumentó por primera vez una Licenciatura en Teatro.
Para contextualizar brevemente las
características sociales, políticas y económicas de la provincia, debemos
comprender que esta última estuvo históricamente ligada a la caña de azúcar y a
la industria de los ingenios azucareros. Para el año 1966 el 60% del azúcar del
país era de producción tucumana, manejada íntegramente por una reducida
oligarquía. Con superproducción y el marcado descenso de los precios del
azúcar, el campesinado recibió la peor parte y se vio sometido a la reducción
de sueldos para sostener los intereses, y la industria entró en crisis. Ese
mismo año un nuevo gobierno de facto liderado por Juan Carlos Onganía, toma el
poder por la fuerza y se genera un dejo de esperanza en el pueblo tucumano
añorando un cambio fortalecedor en la industria. A pesar de ello, la clase
trabajadora dependiente de los ingenios recibe la noticia del cierre del 50% de
ellos, política de ajuste que llamaron “Operativo Tucumán”, dejando excluidos
del sistema laboral a 11.000 familias
trabajadoras. A partir de entonces casi 200.000 personas partieron al exilio,
trasladándose la gran mayoría, en tren hacia las villas miseria de la ciudad de
Buenos Aires.
En la localidad de Santa Lucia, pueblo
que nace a partir del ingenio, se crea el ERP (Ejército Revolucionario del
Pueblo) centro de guerrilla del levantamiento de trabajadores que plantaron
resistencia ante la extrema situación económico-social.
A partir de estas circunstancias, es
posible comprender cómo en los años venideros la acción y represión militar y
policial ha tenido un gran desarrollo con complicidad de cierto sector de la
sociedad.
Centro de Trabajo Social Mate Cocido
Sergio Osorio y Soledad Barreto, oriundos
de Uruguay, son respectivamente Director y Co-directora del Centro de Trabajo Popular Mate Cocido,
ubicado en el barrio ATE (Asociación de Trabajadores del Estado) en los
márgenes, al sudoeste de San Miguel de Tucumán.
Fuimos a visitar el espacio porque nos
habían contado del intenso trabajo que realizan en el barrio desde hace años,
ahí nos recibió Soledad, quien nos contó un poco su historia y cómo llegaron a
lo que hoy es el Mate Cocido. Durante la década del 80´ la pareja trabajó y se
formó en teatro en su país.
Amantes de la música andina y latinoamericana estaban interesados en conocer en profundidad a los pueblos originarios del norte argentino; así es que con un proyecto de investigación, ganaron una beca y viajaron a Argentina. Llegaron a Tucumán a principios de la década del 90´, y mientras desarrollaban su investigación, comenzaron a trabajar en una escuela del barrio en el que vivían, brindando clases de murga y teatro.
Después de un tiempo en Tucumán, vieron la necesidad de dar continuidad a su trabajo en los barrios dentro de una problemática social muy severa, heredada en parte por la dictadura militar, y la crisis posterior que afectó al país en aquellos años. Por cuestiones espaciales y de disponibilidad, que ya no tenían en la escuela, consiguieron el espacio donde hoy funciona el Mate Cocido que durante siete años fue alquilado y hoy ya es propiedad de la fundación.
Amantes de la música andina y latinoamericana estaban interesados en conocer en profundidad a los pueblos originarios del norte argentino; así es que con un proyecto de investigación, ganaron una beca y viajaron a Argentina. Llegaron a Tucumán a principios de la década del 90´, y mientras desarrollaban su investigación, comenzaron a trabajar en una escuela del barrio en el que vivían, brindando clases de murga y teatro.
Después de un tiempo en Tucumán, vieron la necesidad de dar continuidad a su trabajo en los barrios dentro de una problemática social muy severa, heredada en parte por la dictadura militar, y la crisis posterior que afectó al país en aquellos años. Por cuestiones espaciales y de disponibilidad, que ya no tenían en la escuela, consiguieron el espacio donde hoy funciona el Mate Cocido que durante siete años fue alquilado y hoy ya es propiedad de la fundación.
En la actualidad en el Mate Cocido
funciona una orquesta estable de alrededor de 60 chicos y jóvenes entre los 8 y
los 16 años, un ensamble de percusión, talleres de guitarra, violín, murga,
teatro y radio.
En una mateada que duró unas dos horas charlamos con Soledad, quien con compromiso y dedicación asistía a chicos que entraban y salían durante la charla, solicitando hojas y lapiceras para sus apuntes y cuerdas para sus instrumentos, sumándose de a ratos algunos a la charla con nosotros.
En una mateada que duró unas dos horas charlamos con Soledad, quien con compromiso y dedicación asistía a chicos que entraban y salían durante la charla, solicitando hojas y lapiceras para sus apuntes y cuerdas para sus instrumentos, sumándose de a ratos algunos a la charla con nosotros.
Pudimos ver que padres se acercaban con sus hijos, chicos
de diferentes edades hacían de la sala un espacio propio, común, de encuentro,
contención y aprendizaje. Cuentan que algunos niños, ya adolecentes, crecieron
relacionados a este espacio social, aquí en las épocas de crisis de los 90’ y
de mucha miseria en Tucumán funciono además un comedor social que alimento a
casi 250 chicos durante varios años.
En la sala funciona hoy una radio popular
“FMdelMate 87.7Mhz”, una programación cultural e informativa y promocional que se
transmite por banda y online.
En el área de Teatro, se trabaja con un
grupo en formación integrado por chicos y chicas del barrio en situación de
calle, (entre otras problemáticas están principalmente las drogas duras y el embarazo
precoz) que trabaja a su vez en forma coordinada dentro de un Proyecto de triangulación
entre la “Fundación Mate Cocido” el Instituto Roca, (Institución de detención
para chicos en conflicto con la ley) y el “Piletón del Parque Avellaneda”,
espacio público donde desde hace más de 10 años se representan obras de teatro
Popular y Callejero.
La Opereta Popular “Azúcar Amarga”
estrenada en 2009, contaba un poco la historia de los Ingenios Azucareros
tucumanos y la clase trabajadora en relación con esa industria, está
protagonizada íntegramente por músicos y actores de los talleres.
El Mate Cocido también consiguió armar
una pequeña productora de cine, el año pasado estrenaron el “El Boxeador”, una
miniserie de 13 capítulos escrita y producida por la Fundación.
El Boxeador |
La ficción transcurre en el año 81’,
etapa final de la sangrienta dictadura militar en Argentina, en el mismo barrio
ATE donde está el Mate Cocido. La historia cuenta sobre un joven en una crítica
situación económica y una familia que mantener, este se acerca al boxeo donde
los valores e ideales aprendidos son parte vital de su historia.
Larga vida para matecocido !!
ResponderEliminar